jueves, septiembre 29, 2005


FUTUROLOGIA, PETRÓLEO Y PODER


Quizás en sólo unas décadas más,

se presenciará el traslado

del centro de gravedad

mundial, desde el Medio Oriente

hacia las estepas de la ex URSS



Aristo Cartessi

Releyendo el ensayo “El Fin de la Historia” de Fukuyama, y su sinceramiento implícito de la instauración de la uniformidad del modelo económico actual, admitiendo simples adaptaciones a su implantación, en continua diseminación en el orbe, uno se pregunta sobre el cambio de eje o centro de gravedad mundial que se avecinaría en los próximos años.

Los Estados Unidos, en forma de política exterior, expresan claramente que más allá de los Bin Laden o los Hussein, sus incursiones por el Far West global no responden a pliegos reivindicatorios de violaciones a los derechos humanos o a la desestabilización de sistemas democráticos, sino a solidificar la hegemonía económica mundial.

Vietnam que, visto desde los cineastas norteamericanos se aparece como una victoria, termino siendo uno de los mayores colapsos y afrentas sufridos por la potencia en la segunda mitad del siglo XX.

Desde ahí, los hechos permiten leer con claridad meridiana que el abastecimiento de petróleo, hacia la economía más consumidora del planeta, es uno de los focos del diseño de las acciones extrafronterizas de Norteamérica.

Conforme a los especialistas, la segunda mayor reserva mundial de crudo está bajo los suelos de los territorios de la ex Unión Soviética. Entonces, ¿podemos esperar que, una vez en declinación, el escenario en conflicto de Oriente Medio éste dé paso a belicosidades en las estepas heladas de esos territorios?.

¿Serán los talibán de mañana los herederos de los cosacos?, o ¿los aldeanos de Afganistán, Irak, Irán o de los Países Árabes que han de venir serán los mujics de aquellas tierras?.

En la larga y sinuosa línea de tiempo histórica, es de toda certeza que un período de décadas e incluso siglos es infinitesimal, comparado con la larga data de la evolución humana. Sin embargo, la “velocidad de cambio” histórica se ha acelerado: en los últimos cien años se han producido más transformaciones que en muchos siglos anteriores. De modo que esperar que la diplomacia mundial y los analistas, dentro de no mucho tiempo, estén afanados en observar este nuevo entarimado, no es ni descabellado ni menos probable que otros acontecimientos pretéritos que, en su momento, se consideraron imposibles, o lisa y llanamente una locura de la especulación afiebrada de un analista de Política Mundial.AC