sábado, agosto 27, 2005




EDUCACIÓN, LA PRIMERA COLUMNA



La educación permite la

movilidad social, mejora

las expectativas laborales,

fomenta el emprendimiento,

abre las puertas a la salud,

y finalmente lleva a la felicidad

Aristo Cartessi

Los pequeños que padecen hambre, frío y carencias fundamentales, en mayor número del que quisiéramos, forman parte, lamentablemente, de la heterogénea geografía de nuestros países. Paradigmas rígidos y cuestionables se implementan, por los gobiernos regionales, muchas veces forzados por las exigencias de los grandes conglomerados financieros, que ven al continente como un “segmento de mercado”, sin atender la dimensión humana. Estos descendientes, de la gran cultura latinoamericana, no cargan culpa alguna que les condene a tan infausto destino.

Las naciones que han minimizado los desequilibrios, que otorgan oportunidades efectivas, en que los más capaces –a pesar de su pobreza- se incorporan como agentes de desarrollo, han comenzado sus procesos con una herramienta invulnerable: la educación. Todo intento de hacer, todo deseo de progresar, toda iniciativa de avanzar, exige preparar a las personas para asumir las tareas, en el complejo proceso de construir un modelo de sociedad sana, solidaria y feliz. Si los líderes de hoy no entienden esto, hagan lo que hagan, jamás podrán legar el mundo que los que vendrán se merecen.

Para levantar el edificio del mañana, la primera columna que ha de erigirse es, sin mediar cavilación, la del conocimiento. El mundo es lo que es por la acumulación del saber humano. Los iconos históricos como la Biblioteca de Alejandría o la de Irak –que durante la reciente ofensiva anglo-estadounidense, en medio de las revueltas- fue saqueada, representaban hitos de la civilización. La educación, mediante la entrega de contenidos, valores y capacidad crítica permite, a quien le accede, tomar posiciones eficientes y constructivas, en el momento temporal que le toca vivir. Sobre este fundamento se ha construido, capitulo a capitulo, la historia humana.

No hay excusas suficientes para que mandatarios, políticos y actores sociales no se la jueguen por el arma más poderosa para el desarrollo. La educación permite la movilidad social, mejora las expectativas laborales, fomenta el emprendimiento, abre las puertas a la salud, y finalmente lleva la felicidad y la alegría a todas las familias y cada persona. Las polémicas y discrepancias, instrumentales la mayoría, no nos conducirán al objetivo. Debe establecerse el verdadero derecho a ella, no basta que quede consignado en el texto de las constituciones o de las declaraciones universales, es menester que los vocablos cobren vida, que las frases originen acciones en el mundo real, no en el podium de un parlamento, no en un discurso presidencial ni tampoco en las expresiones de deseo, o declaraciones de intención, de aquellos que, día a día, hacen uso de las pantallas de los televisores de todo el globo.

Las políticas, convertidas en realizaciones, deben permitir que, ejemplarmente, muchachos de escasos recursos con buenos rendimientos académicos, puedan cursar, incluso la educación superior, financiados por el estado, los postgrados deben ser alcanzables por méritos no por capacidad económica. Los colegios, liceos, Institutos Profesionales y Universidades estatales tienen que asumir esta tarea, ellos deben invertir en el futuro, por cuenta de los menos favorecidos. La educación privada es para quien la pueda pagar, no por ello los que no puedan deben ser excluidos. La calidad de esta educación puede y debe estar a la altura de la que se puede obtener pagándola. Para los buenos estudiantes que no cuentan con dinero debe establecerse financiamiento gubernamental; para los de menor abolengo intelectual aunque sin dinero, porque no tenemos derecho a privarlos, mecanismos mixtos de regímenes becarios con créditos complementarios; para los que pueden...que concurran al pago.

Pero estos proyectos deben llevarse adelante con sólidos fundamentos morales y éticos. No se puede formar excesos de profesionales o técnicos respecto de la capacidad de demanda de la sociedad. No se debe engañar, doblemente a las familias, por un lado facilitarles algo de dinero para estudiar, dejándolos, de paso, endeudados en el largo plazo, y por la otra, al final de la educación, no tener oportunidades de trabajo o de emprender. La metodología debe contemplar la gradualidad creciente, entre creación de riqueza y empleo e incremento de recursos humanos calificados. Sincerar los protocolos operativos, bajo una estricta consideración del ser humano, llevará a los países de la región hacia el desarrollo real, viable y sustentable. Es el momento de iniciar la construcción de esta primera columna, levantarla y, junto con este acto, comenzar a merecernos en plenitud la denominación de civilización.AC


SERES NOTABLES



Seres notables, como mi portador

de noticias esperadas,

hay millares en todos los sitios


Aristo Cartessi

En el primer instante dudé, creí reconocer, entre las capas de piel envejecida, cuidadosamente plegadas una sobre otra, un rostro grabado en algún sitio de mi memoria primera, de los más tempranos inventarios de mis primeros años. Por unos segundos quedé como petrificado, quizás así se sintieron los que volviendo la mirada atrás se trocaron en efigies salinas. Si alguien hubiese estado conmigo probablemente me hubiese indicado que omitiera mi sorpresa, creyendo ver simple morbo en el gesto, sin saber lo que ese hombre gatilló en mi historia; era, por cierto, un ser notable, que como muchos de ellos, circulan entre nosotros cubiertos por el anonimato.

En un solo segundo la certeza se hizo presente, era él, sí, el mismo de antes... pero con las huellas de sus tareas. El rostro amable y la voz resuelta de la época en que voceaba las cartas, casa por casa, ya era historia; sabía los nombres de todos los que recibían de sus manos los esperados sobres. Aún recuerdo, como si hubiera sido hoy por la mañana, aquel día en que, desconocedor de lo que me entregaba, alegrando el corazón de aquel niño soñador, uno de mis más preciados tesoros de hoy: el hermoso sello conmemorativo de la llegada del hombre a la luna. Me fue entregado en una soleada mañana de Agosto.

El sobre con la impresión en relieve y el timbre de la primera emisión, llegaban a mis manos sin proponerse futuro alguno. Tampoco sabiendo que más adelante sería una de mis piezas con más hondo significado. El portador de tanta potencia, se me apareció hoy: tantos años de cargar la pesada valija en su hombro derecho, aquella terminó amputándole el brazo por completo, la manga incontenida pendularmente iba y venía al ritmo de su caminar. La mirada, aún con esa expresión adusta y severa de antaño, le mantenía la expresión gallarda de su semblante; la nariz romana y el mentón de centurión lo hicieron ver tal cual imaginé a un antiguo guerrero, que libró valientes jornadas en los campos de Marte. Las suyas fueron bajo la lluvia, atacado por canes desconocidos o insultado por insensibles villanos que proyectaban la voz cobarde, escudados tras los gruesos barrotes de las ventanas.

¿Quién soy?, ¿Quiénes somos?, la resultante de los recuerdos heroicos, como la reaparición de este cartero alado de mi infancia; de las penas más intensas, como aquella que surgiera al ver romperse el filamento de la razón y el diálogo, imponiéndose la fuerza de las llamaradas que enrojecían la salida de las bocas circunferenciales.

Las hebras, que nos unen a cada uno de nuestros recuerdos, forman el tejido que, fundido con el de todos, componen la estructura sobre la que descansa la sociedad. Seres notables, como mi portador de noticias esperadas, hay millares en todos los sitios, el problema es que nos hemos olvidado que, a pesar de no verlos hace mucho, deambulan por las calles sin pedir homenajes, sin embargo, ellos son los verdaderos constructores del futuro, filtrándose a través de nuestras vidas. El relojero, el zapatero, el tendero, el afilador de cuchillos, todos ellos jamás pensaron siquiera que, por su sola existencia, incorporaban el primer material trascendente de nuestras propias existencias. Son ellos, sus rostros y sus manos, sus tristezas y sus alegrías, quienes nos deben hacer ver el sentido auténtico de todos nuestros avatares, con frecuencia insulsos, en que confundimos grandeza con éxito, gloria con fama o trascendencia con figuración.

La paz, tan esquiva desde las primeras comunidades humanas, los valores, tan fugaces a veces, y la fraternidad, una palabra que algunos no se atreven a pronunciar, y, entre todos los descubrimientos o propuestas lo mejor hasta hoy, la democracia, esta suerte de modelo y forma de vida, que con los siglos no ha cambiado en su esencia, y que sin embargo ha sido manoseada a arbitrio de sus manoseadores, representan algunas de las aristas fundamentales, ¡y tan simples que son!, para hacer una sociedad digna, pacífica y creadora, en la que cada uno de sus miembros dedique una porción de su tiempo propio en beneficio de los otros, con este simple ejercicio es de total certeza que el mundo, en dos o tres generaciones, podría volcar la estupidez y la insensatez que parece guiar a gran parte de quienes tienen el control de los mandos.

Personas simples, silenciosas, que nada más hicieron lo suyo y que, con el tiempo, se han convertido en contornos. No es necesario el concurso de alambiques para retomar el camino. Un momento, sólo uno, en la longitud de onda acertada, y constataremos que, tras la pirotecnia, el norte de la sociedad, puede surgir de improviso, simple y sencillamente con la recepción de un sobre de manos de un ser notable.AC

jueves, agosto 25, 2005


FALACIAS VALÓRICAS


Mientras más cueste más elevado

y permanente,

y a mayores luchas mayores glorias.

Aristo Cartessi


A nadie le cabe duda que para construir la sociedad de mañana, los esfuerzos sustantivos deben concentrarse en la formación de las nuevas generaciones. Los recién nacidos de hoy serán los adultos que estructuraran el mundo que nos sucederá. Al igual que para el agricultor, la elección de la mejor semilla incrementa las probabilidades de una cosecha de calidad y abundante, los nutrientes, materiales e inmateriales, que proporcionemos a los niños y jóvenes de hoy, elevan la esperanza cierta de una sociedad en que los valores, en el sentido aristotélico, guíen las decisiones de los hombres grandes que ciertamente ellos serán.

Asistimos a un mundo convulsionado, a sociedades desmembradas, a relativismos que tienen la espesura de una cuartilla de papel y el vuelo de una esfera de jabón, directrices rectoras que no resisten el menor análisis o pruebas de existencialidad y trascendencia. Las virtudes vinculadas a la sensibilidad por las dolencias del vecino suelen escasear. La globalización, aspiración mercantil e ideológica, desde tiempos inmemoriales, concebida como intercambio o trueque útil de genuinas obras de la brillantez humana, dista ciento ochenta grados de aquella que intenta imponerse cruel e indolentemente en nuestros días, en que el desdibujamiento de las individualidades excelsas simplemente entierra las esperanzas de una sociedad venidera amigable, solidaria, fraterna y justa, hoy la fuerza se ejerce artera y fría. El control del fuego, del capital, y del poder subsecuente, no se imponen, con demasiada frecuencia, conforme a normas de interés de la sociedad universal, sino que, bajo mantos camaleónicos, ocultan intereses egoístas y mezquinos, la indolencia exacerbada se encuentra por toneladas bajo la epidermis de declaraciones aparentemente democráticas.

Mientras el mundo necesita, crecientemente, educación, trabajo y salud, una triada gloriosa que llevará al Olimpo a los estadistas que sean capaces de entenderla en toda su magnitud, los detentadores del poder, en cada punto del planeta, simplemente dejan al libre arbitrio la implantación de desvalores rotundos, metamorfoseados como referentes dignos de imitar y seguir, atributo exclusivo de los genuinos valores, en estricto simplemente valores. La pena es inmensa al verificar que las falacias valóricas se apoderan del corazón del mañana: los millones de niños y adolescente, inocentes, que sin filtro alguno las asumen como modelos a imitar. ¿Quién puede contraponerse, sólidamente, a que la transitoriedad de la fama, el éxito abrupto, el glamour, los emergentes seudo líderes, representan una mil millonésima, en términos de personas, de todos los futuros hombres y mujeres del mundo venidero?. ¿Puede uno sólo ser rebatir que las fortunas y reductos de aquellos se basan en el mayor empobrecimiento de los más pobres y humildes, que consumen couché lustroso por toneladas?. ¿Quién puede negar el embotamiento con que millones de adolescentes, descuidando el cultivo verdadero de sus vidas, se sientan durante maratónicas horas frente a los aparatos de televisión, tras la clave de sueños falaces?. Debemos ser insistentes y repetitivos en la defensa de la trascendencia y el desarrollo construido sobre parámetros que provoquen la movilidad social, el mejoramiento cimentado en resultados de largo plazo, y, por encima de todo, en beneficio de la comunidad planetaria. No se trata de países ni gobiernos en particular, menos de partidos políticos u otros conglomerados de poder, sino que simple y maravillosamente en función de la sonrisa y la felicidad de nuestros niños.

Son incontables los adolescentes, en todas las sociedades y culturas, que rechazan los lineamientos de los padres, que se resisten a los consejos de quienes les aman, que confunden amor de verdad con luces y destellos de escenarios de fumarolas y pirotecnia abominable. Sepan los jóvenes que me puedan leer, con uno y sólo uno sería feliz, que cuando sus padres les ponen límites, reglas y normas de conducta, y no lo duden ni un instante, están frente a una expresión de amor que quizás nunca a lo largo de toda su vida volverán a experimentar. No se dejen llevar por la transitoriedad y la ligereza con que los agobian a cada instante, en los escaparates, en las pantallas de la televisión, en miles de horas de programación radial pestilente, en revistas e insertos, que invitan a un mundo que, casi con toda certeza, uno y sólo uno de cada muchos millones podrá rozar apenas, mientras el resto compruebe que perdió, irreversiblemente, años que no recuperarán, y que los verdaderos sueños y proyectos se construyen con trabajo duro y persistente. Mientras más cueste más elevado y permanente, y a mayores luchas mayores glorias.

Los hombres y mujeres que nos cuidarán en nuestras camas de ancianos, o en casas de reposo, luego de atendernos, o lisa y llanamente visitarnos, al retirarse deben sostener con fuerza el cetro de la dirección que están obligados a ejercer. Ya no por los viejos, sino que ahora por sus propios descendientes, sus hijos, nuestros nietos y biznietos, así ya estarán encabezando la generación de recambio. Es en ese momento en que la sociedad volcará la mirada sobre ellos, y es esa la oportunidad única de glorificarse actuando para beneficio de sus congéneres.AC


PACEM IN TERRIS


Ninguna vida vale lo
que cuesta una bala,

un obús o un misil lacerante,

sin importar la bandera
o región del globo
que tenga grabados

en su envoltorio


Aristo Cartessi

Desde tiempos inmemoriales la sociedad, en sus distintos estadios evolutivos, ha exteriorizado a través de la guerra sus lastres de insania y barbarie. En la época de los grandes imperios de la antigüedad, que han merecido páginas ejemplares de un verdadero ejército de historiadores, ensayistas y novelistas, el fuego y el pretorianismo han sido empleados para alcanzar hegemonías planificadas y particulares, mediante el dominio y la opresión de pueblos escuálidamente defendidos, sino simplemente inocentes. De los antiguos estrategas y tratadistas las fuerzas militares de todo el orbe han heredado un sinnúmero de obras y postulados para la guerra: la forma de guerrear de Julio César, las lecciones de Sun-Tzu y las tácticas napoleónicas. ¿Cuántos tratados del mismo tenor conocemos relativos a cómo hacer la paz?.

Las sagradas escrituras, las memorables aventuras del Quijote, qué difícil, hasta Ghandi, Luther King o la carta de la Liga de las Naciones, antecesora de las Naciones Unidas, y un sinnúmero de organismos regionales como la Organización de Estados Americanos. ¿Y en oriente medio y lejano?, ciertamente sus propios intentos. Sin duda que la paz, un valor esencial para la convivencia y desarrollo de la nación terrestre, parece ser menos inspiradora, en la línea de nuestro análisis, que la latencia del espíritu belicoso, por sí mismo o en respuesta a una agresión.

La convivencia pacífica, es decir, la cooperación voluntaria y manifiesta por el bien común mediante el diálogo y la inteligencia, ha logrado frutos, que a pesar de su trascendencia, han sido menos cubiertos por las prensas del mundo. La sociedad humana en los últimos quinientos años ha enfrentado una genuina revolución, en términos de constructos positivos para la humanidad, sin embargo, parece ser que la memoria retiene con mayor profundidad las batallas y las guerras, pues, incluso la historia, concibe como hitos estos acontecimientos, consignándose en desarrollo menor las grandes obras de avance y progreso de la sociedad.

Marconi y la telegrafía sin hilos, consecuentemente el prodigioso avance de la radiotelefonía; un escocés desconocido (tarea para la casa) a quien le cupo un rol preponderante en la creación de la televisión; Pablo Ehrlich y su compuesto 606, la primera cura para frenar el flagelo causado por la espiroqueta pálida; la “Juanasa”, una enzima recientemente informada por un equipo de científicos chilenos, que permitiría ahorrar millones de dólares a las familias...en el simple lavado de ropa; Leeuwenhoek, el eterno buscador del microcosmos, con miles de lentes pulidas con sus propias manos; todos, sin excepción, forjadores y genios que, desconocidos por la mayoría, han reunido esfuerzos para la construcción de un orden mundial pacífico, estable y esperanzado en un mañana positivamente mejor que el presente. Es indignante e insólito observar que los grandes constructores, contrario sensu con los “grandes militares”, nacen, viven, mueren y trascienden, sólo entre un puñado de personas sobre la faz del planeta.

Sólo la paz, verdadera, por dentro y por fuera, no desbordada del papel en que se escribe, ni sobrepasada, más allá del recinto en que se firman los tratados, debe ser el objetivo número uno de todos los programas de gobierno del mundo. La paz que triunfa sobre el abuso y el sometimiento a millones de seres humanos, en la mayor parte de la superficie terrestre, ha de ser la enseña que se eleve hasta el cenit.

Todos somos responsables de construir este mañana. Cada uno con la conciencia madura y con la libertad, la igualdad y la justicia como herramientas debe hacer su tarea. Desde los débiles a los poderosos, desde el africano al europeo, de oriente a accidente, de norte a sur, y en todos los puntos de la tierra, desde el sabio al analfabeto, todos estamos obligados, por el bien universal, a cumplir con nuestra parte del trabajo. Debemos ser vigorosos para plantar nuestros puntos de vista y nuestras opiniones. La civilización, en su carácter de tal, no debe ceder a los apetitos hegemónicos arbitrarios e ilegítimos, vengan de donde vengan. Los mayores esfuerzos tienen que concentrarse en la construcción de un mundo basado en la sinergia de los aportes de cada uno de nosotros.

La entropía, o tendencia natural al caos, presente en todos los sistemas, es el instrumento perfecto para los adversarios de la paz. Sembrar la confusión, la animosidad, incentivar belicosidades y enemistar a los amigos, son su caldo de cultivo. Abusar sin tregua de las carencias de los menos afortunados, iletrados, pobres, excluidos y marginados, ofreciéndoles premios inalcanzables, recompensas falaces o beneficios inexistentes, son vías arteras por las que se deslizan los opositores a la paz y la equidad.

Ninguna vida vale lo que cuesta una bala, un obús o un misil lacerante, sin importar la bandera o región del globo que tenga grabados en su envoltorio. Asimismo, ninguna dictadura, feudo o colonialismo es más fuerte que la humanidad reunida, en torno a la maravilla de vivir pacíficamente, sin amenazas, con el sueño tranquilo y las esperanzas convirtiéndose en realidad a raudales.

Los jóvenes serán mañana lo que les entreguemos hoy como legado, esta herencia puede ser la virtud o una bomba con espoleta de retardo que estallará en sus rostros, los rostros de nuestros hijos. No nos llevemos a la tumba la carga eterna de haber tenido la oportunidad y no haberla aprovechado. No nos sentemos, en nuestra vejez, en el pórtico a contemplar como pasan delante de nosotros las caras torvas, alucinadas y pretorianas de los hombres que pudimos, alguna vez, convertir en constructores en lugar de imbéciles obnubilados por la sangre y las esquirlas.

La esperanza de un mundo en que el virtuoso y el hombre de bien gobiernen, en lugar de dirigentes de dudosa calidad moral e intelectual, es el mayor acicate que nos guiará al objetivo deseado. La paz global, la verdadera pacem in terris, aquella que perdure, que dé alegría, que prolongue el progreso y genere la felicidad de los que vienen, se construye hoy, nada más que hoy, nunca mañana.AC

martes, agosto 23, 2005


REFLEXIONES EN TORNO
AL CRUDO



A veces no tenemos la capacidad

de extraer la sustancia de los hechos

contingentes, sin embargo, en un análisis

somero ya advertimos que, incluso,

el futuro de la civilización puede

verse afectado.



Aristo Cartessi


Es de general aceptación que las personas menos afortunadas, en el contexto económico, son la primera prioridad en el uso de los recursos públicos sociales. De esto se infiere que el otro extremo del espectro, el que tiene de sobra o no necesita, ve notablemente reducidas o simplemente nulas las posibilidades de acceder a estas partidas presupuestarias. Se sigue, entonces, que existe una gradiente de aplicación de recursos.

De modo que al estudiar el impacto de tributos, subsidios o variaciones de precio de los bienes transables se debe tener debida consideración de esta gradiente, para producir resultados que maximicen la correlación con el mundo real.

En este orden, toda decisión de la autoridad económica es un conjunto de medidas, multivariable, multifactorial, que se plasma en una determinada política. En correlato a la reflexión en curso, los mecanismos e instrumentos de política económica, deben ser, entonces, una función del comportamiento de la gradiente de requerimientos, mediante lo cual se asegura el interés por el bien general de la comunidad.

Un ejemplo es el alza internacional del precio del crudo, que se da coincidentemente con el incremento del precio del cobre. Una política que busque morigerar los efectos del alza debe considerar al menos:

Un diseño con correlación tendiente a uno respecto del perfil de impacto del gradiente de aplicación de recursos. Más apoyo a quienes tienen más dificultades ciertas para hacer frente al impacto.

  1. Los instrumentos a aplicar deben ser percibidos directamente por los ciudadanos. Bonos, subsidios, impuestos u otros deben ser traspasados sin interfaces del fisco a la población. Las formas indirectas son difíciles de medir o percibir en la caja familiar y, desde una perspectiva agregada, solamente contribuyen a acentuar un cierto grado de no transparencia de la autoridad.
  2. Las disposiciones, normas o políticas deben simplificar, hasta la mayor sencillez, el lenguaje empleado en las comunicaciones mientras más requirente o destinataria de recursos sea la audiencia a la que se le comunica.
  3. Similarmente al ingreso familiar el PIB nacional contempla usos corrientes, de inversión y de ahorro. Entonces, si consideradas están estas partidas, los excedentes, como el alza del precio del cobre, tenderán a amortiguar el costo contable directo del fisco que tengan las medidas para enfrentar el alza del crudo, facilitando así su implementación.
  4. Transparentar las relaciones causales, dependencias funcionales y estructura de la política a ejecutar, así las autoridades elegidas por imperio del sufragio, directa o indirectamente, representarán en mejor forma el mandato recibido de la nación.
  5. Si la medida, además, es asociable o genera diseños de largo plazo, debe contemplar debates y discusiones orientados preferentemente a hacer de los desembolsos contingentes adelantos de planes de inversión y no gastos (erogaciones no capitalizables), que no generan retorno o beneficio estructural alguno al interés nacional. En nuestro ejemplo, la tan famosa y comentada matriz energética, no hay camino sino pensar el país que deseamos en cincuenta o más años, y estrictamente en función de esta perspectiva diseñar las inversiones correctas, en hidroelectricidad masiva, energía atómica, eólica y otras no contaminantes; en lo que respeta al gas y el petróleo, en esta perspectiva, su perfil de precios tendría crecientemente menos incidencia en la estabilidad de la actividad nacional. Otros caminos, simples paliativos.

No obstante, para materializar lo anterior, se necesita de elementos distintos a los recursos económicos y financieros, las herramientas de la economía y las disciplinas que intervienen, es menester considerar como fundamental a los actores, es decir, las personas que tienen en sus manos influir o trabajar en el diseño de las políticas apropiadas para el caso.

Se necesita de la disposición y del concurso de la solidaridad (aquellos que recibirán menos deben entender y aceptar que también necesitan menos), expresada concretamente en los votos que permitan hacer realidad los cuerpos normativos contenidos en los proyectos de ley.

Nadie podrá discutir que la aspiración a la felicidad, en términos de alcanzar niveles humanos de desarrollo más elevados, oportunidades reales, constantes y crecientes, mejoramiento del clima de coexistencia de la sociedad, paz y seguridad social, salud sin faltas o carencias, educación como eje objetivo de los gobiernos y no indexada a mercado alguno, es legitima de toda persona y requisito de carácter esencial en el establecimiento de una auténtica y concreta economía de la solidaridad.

Es deber de la sociedad, en consecuencia, excluir radicalmente toda suerte de egoísmo o excesivas ambiciones que, en función de su grado de intervención o influencia –poder- así podría convertirse una sociedad imperfecta en una democracia sana, modelo o ejemplo de implantación.

Contrario sensu, de no excluirse estos excesos, se avasallan las estructuras democráticas hasta convertirlas en anarquías o naciones con gobiernos autoritarios que, amén de llevar sufrimiento a sus ciudadanos, aportan indeseable entropía al equilibrio general de las naciones. Quizás esto último es más traumático que aquello, pues si se desestabilizara críticamente el equilibrio mundial, los costos humanos y materiales podrían ser irreversibles unos y otros tomarían décadas en ser recuperados, con el profundo retroceso que la civilización experimentaría. Luego, manejar el alza del crudo, no es en lo más mínimo un juego del viejo pascuero por un lado, ni una defensa corporativa de intereses particulares por el opuesto. Es una de aquellas oportunidades en que los ciudadanos tenemos la oportunidad de sondear si entre la dirigencia general habrá alguien que tenga, al menos, destellos de la tan escasísima semilla de estadista, una de las tres semillas que permiten el avance y no el retroceso señalado de la humanidad: intelectuales racionales, estadistas y hombres de fe. AC

lunes, agosto 22, 2005


IDEARIO NACIONAL



La reflexión ciudadana es tal

si se hace pública, de lo contrario

sólo es opinión soterrada



Aristo Cartessi


P
ara muchos el título puede producir evocaciones de pretéritas lecturas, de documentos históricos, o de añejos estudios de eruditos e investigadores, lo cual podría representar una percepción muy generalizada. Sin embargo, esa sería una postura apoyada en la forma y no en el fondo.

La expresión ideario nacional, trasunta ampliamente una noción epidermial, y su sentido radica realmente en la esencia de fondo.

Las tradiciones de un país, en los diferentes hilos de su trama y urdimbre, nos provocan la sensación de que nos alcanzan desde el pasado en forma lineal y continua, es decir, la idea de que trascienden las variadas y diversas contingencias que una comunidad vive a través de su historia, que el paso del tiempo corre como el río bajo el puente, que éste continúa allí a pesar de que a cada segundo las aguas que lo cruzan son distintas, con otros sedimentos, temperaturas diversas, de caudales variables. Y no nos equivocamos, las tradiciones son precisamente el bagaje resultante del conjunto de episodios que una sociedad ha vivido y que permanecen en el tiempo.

Por otra parte, si nos remitimos al ordenamiento del pensamiento humano, fundamentalmente aquel plasmado en la literatura y las artes plásticas, podemos tomar el concepto “clásico”. Este se refiere a aquellas creaciones u obras del hombre que concebidas en tiempos remotos o pretéritos aún mantienen su plena presencia e identidad en nuestra actual sociedad.

Pues bien, quienes formamos nuestra actual nación, desde nuestras diferentes actividades, diferentes puntos de vista y distintas concepciones de la vida, asistimos a un momento en que, pareciera ser, que los valores trascendentales de una sociedad, aquellos que le dan sentido a la existencia en verdadera dimensión humana, están distantes, especialmente para los más jóvenes que ven que sus adultos están enfrascados en discusiones centradas en el hoy absoluto o en el futuro más inmediato, y los ven menos preocupados de trabajar por entregarles un mundo más sano, estable y propicio para los proyectos de vida que les preocuparán a ellos, de dejarles una sociedad que les permita vivir con tranquilidad, forjar sus existencias, construir sus familias e ir en mejor forma hacia la búsqueda de la felicidad. ¿ Acaso ésta última no es la cúspide de la aventura humana por la vida?.

Ya es momento que hagamos un alto en medio de la contingencia, como un sólo pueblo monolítico, y dediquemos unos momentos a pensar en el futuro en forma integral y, por sobre los objetivos parciales, reflexionemos en los intereses superiores de nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, y todos aquellos que verán la primera luz en el tercer milenio.

Ya es momento de pensar en unirnos en torno al futuro de las personas que constituyen nuestra nación. Es instante de pensar en buscar un mecanismo que permita elaborar nuestro ideario nacional, un verdadero encuentro por el futuro.

Que cada uno continúe en sus actividades habituales. Que el médico siga atendiendo a los enfermos que lo necesiten, sanando sus organismos y dándoles más del gusto vital por la vida. Que los sacerdotes, rabinos, pastores y maestros se mantengan preocupados de ayudar a la espiritualidad de nuestros hombres y mujeres, tan necesaria para seguir caminando optimistas de la vida nuestra y de los que vendrán. Que los políticos procuren elevar la ciencia política a la categoría de arte y que la actividad de gobernar una sociedad sea una labor noble y deseable como cualquier otra vocación, verdaderos pensadores de cómo organizar un país, para alcanzar la paz y prosperidad por todos deseadas. Que los artistas sigan pintando y esculpiendo para el alma de los seres humanos, extasiando cada vez más a los sentidos, embriagando el espíritu hasta llevarlo al cenit de las emociones. Que la voz del que canta se levante por sobre tópicos chabacanos y el amor en su más profunda esencia inunde su pentagrama, y que sus melodías se propaguen por todos los confines de nuestra tierra. Que quienes hacen su vida en las actividades deportivas, que mueven masas gigantescas de personas, reflexionen que su función fundamental es entregar disciplina y amor por su arte a quienes las practican, y a quienes disfrutan observándolas entregarles una sana actividad de recreación y esparcimiento, en justas de honor y colorido deportivo, basta ya de hooliganismos y absurdas regulaciones basadas en ingenios legales, el mal está en el espíritu y no en preceptos jurídicos. Que los artesanos hundan sus manos más y más en sus materiales y extraigan de ellos la armonía que encierran desde la creación. Que los soldados hagan de la defensa un valor social e histórico de inequívoca admiración, y que abrazar la carrera de las armas evoque sentimientos patrióticos que contribuyan a amalgamar la paz en su más profundo sentido de armonía en nuestra sociedad. Que nuestros trabajadores no laboren en una construcción, sino que se sientan constructores de la expresión material de hogares venideros, en donde el amor dará paso a los niños que representan el futuro del mundo. Que el poeta se erija en trovador de los sentimientos humanos y que el mundo nítidamente lo reconozca como verdadero protagonista en la vida planetaria. Que el agricultor extraiga de la tierra no un producto sino el alimento, con las texturas y colores, para el goce de los paladares de todos nosotros. Que el empresario tome su tarea de creador de riqueza no sólo para sí, o para satisfacer los números requeridos por las alícuotas patrimoniales, sino también con sentido claro y de íntima autenticidad de aportar esa riqueza al patrimonio común de nuestros países.

Otorguemos la dimensión justa, en nuestra escala de valores, a expresiones, ideas y prácticas que contaminan el alma de nuestros jóvenes y también las nuestras. Debemos erradicar toda expresión atentatoria a la sanidad de nuestros valores esenciales. La búsqueda de la paz, la armonía, el desarrollo en un sentido integral y el amor y la felicidad deben definir el curso de navegación de nuestra sociedad.

Debemos reunirnos todos, sin excepciones impuestas, en un verdadero cabildo, un cabildo ciudadano, una entidad a la que asistan todas las ópticas, expresiones, ideas, formaciones, profesiones, cada miembro de la familia nacional. Todos sentados en torno a la mesa de nuestra familia, de nuestra patria, de la familia universal, dispuestos a pensar y repensar nuestro futuro, el gran futuro de nuestra sociedad, el futuro milenario que va por delante. No hablo de mesas de moda, hablo de aquella que llevamos dentro del alma, con su esencialidad y principios celulares, ella no tiene principio ni fundamento material, no tiene masa ni dimensiones físicas, recurre a la naturaleza para que los hombres, en su muchas veces infinita ceguera, puedan percibirla a través de los sentidos básicos. AC